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El arzobispo greco-católico de Homs, Siria, monseñor Jean Abdo Arbach, visitó el pasado 22 de mayo la basílica del Sagrado Corazón, de la mano de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, para recaudar fondos y concienciar a los gijoneses sobre «los graves problemas de un país destruido». «Lo principal en estos momentos, después de diez años de guerra, es que se levante el embargo de los países que en la actualidad impiden las exportaciones y las importaciones, lo que está agravando incluso más la situación», remarcó el arzobispo, nacido en Siria y que ha vivido en Líbano y Argentina, país en el que entabló una estrecha amistad con el Papa Francisco.

«La población no puede vivir, un cabeza de familia gana sobre 40 o 60 dólares al mes y con eso tienen que comer, vestir e ir al médico. La profunda crisis económica que está viviendo el país está matando de hambre a la gente».

Monseñor Jean Abdo Arbach le preocupa que «con la actual guerra de Ucrania la gente se olvide de Siria, de nosotros, y no nos lleguen las ayudas. Tenemos mucho miedo a que las asociaciones nos olviden, cualquier ayuda sirve para salvar la vida de una persona», señaló.

«La población de Siria tiene derecho a vivir en paz y con dignidad, esta situación se tiene que acabar, la gente antes moría por la guerra y ahora muere de hambre».

Otro de los principales problemas a los que se enfrenta la población es que «los yihadistas acabaron con los cultivos de la mayor parte del país, que vive de la agricultura, por lo que ahora las familias tienen que esperar unos cuatro años para poder recuperar sus campos». Solo en el santuario de su arzobispado talaron 1.500 olivos con los que producían aceite. La ciudad de Homs, con casi un millón de habitantes, es la tercera más grande del país y fue prácticamente asolada durante los diez años de guerra.

Aproximadamente el 2% de la población es católica. «Las religiones conviven en paz y armonía, nos juntamos todos, con los ortodoxos, armenios, también con los musulmanes, para lograr vivir en paz y tranquilidad», defendió. Junto con el rector de la basílica del Sagrado Corazón, Manuel Robles, ofició la misa de doce, muy concurrida de fieles.

Redacción por El Comercio »
Fotografías de Óscar González »

Basílica de Gijón