Skip to main content

El sagrario y el Cristo de la Paz retornaron este lunes a la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús, más de dos décadas después de que la Compañía de Jesús cediese el templo al arzobispado y se llevase ambas piezas hasta la iglesia de Nª Señora de la Merced de Burgos. La lucha de los feligreses, que llegaron a iniciar una recogida de firmas con la que lograron miles de rúbricas, ha dado al fin sus frutos y ya ayer pudieron disfrutar de ambos ornamentos durante las misas de la jornada. “Es una alegría grande porque son dos piezas muy queridas por los gijoneses, que las tienen por algo suyo”, valoró el rector de la basílica, Manuel Robles, que ayer invitó a todos sus parroquianos a subir tras el altar para contemplar de cerca el sagrario.

Estas dos piezas, instaladas el lunes con ayuda de seis operarios en su lugar histórico, salieron de Gijón en 1998, justo después de que los jesuitas abandonasen la Iglesiona. El sagrario había sido confeccionado con plata donada por los feligreses en la época en la que comenzó a construirse la basílica, en la década de los años veinte del pasado siglo, y con la idea de que fuese exclusivamente para el templo gijonés. Prueba de ello es la composición del sagrario, cuyo frontal reproduce el cuerpo central inferior de la fachada de la basílica. Es una pieza de grandes dimensiones –pesa unos 200 kilos–, base cuadrangular y forma de basílica romana. Está formada por tres capas, desde una exterior de plata a una interior de oro, pasando por una intermedia de madera. Además, está custodiada, también en plata, por los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. Por su parte, el Cristo de la Paz es obra del famoso escultor Miguel Blay, también gracias a la donación.

Tras la cesión del templo, los jesuitas se llevaron las dos piezas, que desde hace años reposaban en la parroquia de la Merced de  Burgos. Con el tiempo, y ante la ausencia del sagrario y el Cristo, los feligreses comenzaron a movilizarse con el apoyo de los anteriores rectores que tuvo la basílica, como Julián Herrojo. “Gracias al arzobispo y a los jesuitas se ha conseguido esto, pero todos los rectores han hecho una gran labor, también los arzobispos Gabino y Carlos; los frutos llegan ahora”, valora el actual rector de la Basílica, D. Manuel Robles, que también tiene palabras de reconocimiento por su labor para Javier Gómez Cuesta, párroco en la iglesia de San Pedro.

Imprescindible ha sido la colaboración de la Compañía de Jesús para convertir en realidad el retorno. “El proceso ha culminado gracias a la buena disposición del provincial de los jesuitas, Antonio España”, y del arzobispo de la diócesis asturiana Mons. Jesús Sanz.

Todo el proceso se llevó con notable discreción tras el visto bueno de la Compañía. El lunes, para instalar las dos piezas, la basílica permaneció cerrada durante todo el día. De hecho, se tuvo que suspender el primero de los conciertos del V Ciclo Coral de Música Sacra y Religiosa, que acoge la iglesia durante toda esta semana. Un camión transportó el Cristo y el sagrario desde Burgos hasta Gijón. Fue necesaria la participación de seis operarios que, con sumo cuidado introdujeron las piezas en el templo. Necesitaron instalar andamios para recolocar las dos piezas en sus históricos lugares. El Cristo ya está ubicado en el lateral izquierdo mientras que el sagrario se asiente sobre una pieza de mármol tras el altar.

El secretismo con el que se llevó a cabo la recolocación de los adornos motivó que los feligreses habituales de la basílica se llevasen ayer la grata sorpresa al entrar al templo, especialmente aquellos que acudieron a las misas matinales, cuando todavía no se había hecho público el regreso de ambas piezas. “Cuando llegué me quedé impresionada, ya casi no me acordaba de cómo era el sagrario, pero ha sido muy emocionante y bonito verlo de nuevo en la Iglesiona”, confesó Gloria Durán tras la misa del mediodía. “Tenía el recuerdo de la infancia, pero tan de cerca como hoy no lo había visto nunca; es muy bonito e impresiona todavía más”, aportó, por su parte, Elvira Suárez después de contemplar de cerca el sagrario. “Es algo estupendo, precioso porque todo lo que se recupere para la ciudad es positivo; el sagrario me ha dejado sin palabras”, comentó otra feligresa tras la celebración religiosa, la primera en dos décadas presidida por el sagrario y el Cristo.

Noticia extraída de La Nueva España »

Basílica de Gijón